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«La gloria de Dios es el hombre viviente, la vida del hombre es la visión de Dios»
(«Gloria Dei vivens homo: vita autem hominis visio Dei»)
San Ireneo de Lyon, Adversus Haereses IV, 20,7

Catequesis sobre cambios al misal romano


A partir del primer domingo de cuaresma, en todo Puerto Rico se comenzará a utilizar la tercera edición del Misal Romano en su versión argentina o del “cono sur”. Antes de comenzar a usar la nueva edición del misal es conveniente explicar particularmente los cambios en la traducción de los textos a los fieles, por tal motivo, estaremos dedicando esta nueva sección en el Boletín Parroquial por varias semanas.

1. Origen del Misal Romano
El 14 de julio de 1570 el Papa Pio V, en cumplimiento de los De­cretos del Concilio de Trento, clausurado el 4 de diciembre de 1563, promulgó por medio de la Bula Quo primum el Missale Romanum ex decreto Concilii Tridentini, que permaneció en vigor por cuatro siglos. El 26 de marzo de 1970, el Papa Pablo VI, cumpliendo las normas del Concilio Vaticano II, clausurado por él mismo el 8 de diciembre de 1965, promulgó el Missale Romanum ex decreto Sacrosancti Ecumenici Concilii Vaticani II, que sustituyó al anterior de Pio V.
Después de su primera edición típica hecha en 1970, este volumen ha tenido dos nuevas ediciones en los años 1975 y 2002. Esta última edición obedece a la necesidad de incorporar los documentos más recientes de la Sede Apostólica, sobre todo el Código de Derecho Canónico de 1983, así como los oportunos retoques y nuevas adscripciones. El nuevo Misal del que hablamos se llama por tanto la “Tercera edición típica del Misal Romano”. El Beato Juan Pablo II la aprobó el día 10 de abril del año 2000 y en marzo del 2002 se hizo la pre­sentación oficial.
Como sabemos, esta edición se publica en el idioma oficial de la iglesia católica que es el latín. Para traducirse el Misal a los idiomas vernáculos de cada país se requiere seguir las indicaciones de la Instrucción Liturgiam authenticam, sobre el uso de  las lenguas vernáculas en la edición de los libros de la liturgia romana (cf. Carta del Cardenal prefecto, Francis Arinze, del 9 de julio de 2005, Prot.N. 467/05/L).
La Instrucción Liturgiam authenticam pide una traducción fiel de los textos litúrgicos. El n.20 de la Instrucción dice que la traducción de los textos de la liturgia romana no es una obra de creatividad, sino que se trata de poner en la lengua vernácula el texto original de una manera fiel y exacta. Por tanto debe ser una traducción íntegra y  precisa (cf. Not 430-431(2002)187). Y es aquí la razón por la cual hoy nos encontramos ante estos cambios en la traducción del Misal que iremos explicando en los próximos domingos.


2. Motivo del cambio en la traducción española de las palabras de la consagración

La fórmula de las palabras de la consagración que tenemos en el Misal es una síntesis de las tradiciones de los evangelios de Mateo, Marcos / Lucas y san Pablo, cuya traducción litúrgica no es literal ni ha sido del todo inmutable ni exactamente igual a lo largo de la historia. Tanto en el rito romano como en los diversos ritos ha habido variaciones en las mismas, conservando siempre el sentido de que el pan se convierte en el cuerpo del Señor (dado, entregado, partido) y el vino en la sangre de la Nueva Alianza, o sea la sangre de Cristo (derramada).

Hasta ahora se decía: «Esta es la sangre derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados». De ahora en adelante se dirá: «Tomen y beban todos de él porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía».

Los biblistas reconocen que literalmente la expresión “pro multis” (por muchos) corresponde a “la multitud” o “muchos”. De acuerdo con el estudio de los textos bíblicos griegos de la consagración tanto de Mateo como Marcos encierran un sentido de totalidad o universalidad. Además reflejan un semitismo que está debajo de la expresión griega, que también implica totalidad y universalidad, que  además va en armonía con algunos textos veterotestamentarios que son figura de la alianza sellada con la sangre de Jesús.


3. Dimensión teológica del cambio

El concilio de Florencia se pronunció sobre la forma de la Eucaristía diciendo “La forma de este sacramento son las palabras del Salvador, por las que confeccionó el sacramento…” (DS 1321), pero sin mencionar explícitamente cuáles son esas palabras. En el decreto sobre la Eucaristía en la ses. XIII del C. de Trento, al hablar de la presencia real, se dice “[…] es a saber, que nuestro Redentor lo instituyó en la última cena, cuando después de haber bendecido el pan y el vino; testificó a sus Apóstoles con claras y enérgicas palabras, que les daba su propio cuerpo y su propia sangre. Y siendo constante que dichas palabras, mencionadas por los santos Evangelistas, y repetidas después por el Apóstol san Pablo, incluyen en sí mismas aquella propia y patentísima significación, según las han entendido los santos Padres” (DS1637). Como se ve, Trento hace referencia a las dos tradiciones bíblicas de las que han salido las fórmulas de consagración, pero sin poner explícitamente la fórmula.
Finalmente, la circular de la CCD Prot.N. 467/05/L dispone que la traducción del “pro multis” para la nueva traducción para el castellano de la editio typica tertia del Misal Romano del Concilio Vaticano II según promulgado por S.S. Juan Pablo II en 2002 sea “por muchos”. Por tanto queda como sigue: “Tomen y beban todos de él porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía”. Y como pueden ver, también con la autorización del Papa Benedicto XVI. Y según la votación de la CEP y de la conferencia episcopal argentina, entre otras, la forma verbal ha quedado, tanto en la consagración del pan como del vino, en tercera persona plural (ustedes), en vez del uso de “vosotros”.

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