Ciclo B
Nm 11, 25-29 /
Sal 18 / St 5,1-6 / Mc 9,38-43.45.47-48
«El
que no está contra nosotros está a favor nuestro»
El episodio que
nos relata el Evangelio de san Marcos en este domingo nos retrae al suceso
narrado en el Antiguo Testamento y que precisamente leemos en la primera
lectura. El libro de los Números nos narra que Moisés comunicó el Espíritu
de Dios a setenta ancianos que habían salido del campamento y se habían
reunido junto al tabernáculo; pero un joven vio con sorpresa que el Espíritu de
Dios se había posado también sobre Eldad y Medad, dos ancianos que no se habían
unido al grupo y que no habían salido del campamento, pero que se
pusieron también a profetizar. Josué, entonces reclama a Moisés: «Señor mío,
¡prohíbeselo!» Pero Moisés le respondió: «¿Estás celoso por mí? ¡Ojalá
profetizase todo el pueblo de Dios y hubiera puesto el Señor su Espíritu
sobre cada uno de ellos!».
Por otra parte,
el Evangelio de san Marcos nos cuenta que después que Jesús había enviado a sus
discípulos a predicar por tierras de Galilea (6, 7-13), una vez regresaron,
cuentan a su Maestro lo que les ha sucedido. Juan comenta una anécdota en
donde le habían prohibido a uno arrojar demonios en nombre de Jesús porque no
era del grupo. Aunque Jesús sabe que no había mala voluntad en su discípulo al
prohibírselo, aprovecha la ocasión para enseñar el comportamiento adecuado
del discípulo al ejercer la autoridad.
Si bien ya les
había enseñado que en el reino de Dios, “el que quiera ser el primero que se
haga el último y el servidor de todos”, hoy les enseña que «El que no está
contra nosotros está a favor nuestro». Una frase que se complementa con
otra contenida en el evangelio de San Mateo: «el que no está conmigo, está
contra mí» (Mt 12,30).
La autoridad
pastoral en la iglesia que Jesús viene a fundar no es control, ni monopolio
exclusivo y excluyente. La autoridad debe caracterizarse por una amplitud
de espíritu, por un saber estar por encima de las ideologías de grupo;
debe estar abierta a todos los hombres que defienden una causa justa,
aunque no sean cristianos; excluye la cerrazón ortodoxa, el sectarismo,
la visión de gueto.
Moisés, el
"amigo de Dios", lo tenía claro: “¿Quién soy yo para controlar y
manipular el Espíritu? ¡Ojalá todo el pueblo recibiera el Espíritu del Señor y
profetizara!”. Jesús no excluye a nadie, Jesús incluye a justos y pecadores, de
todos pide amor, de todos reclama amor. Es servidor de todos quien mantiene una
actitud de humildad y respeto. El servidor se sabe instrumento y no dueño. Hasta
un vaso de agua dado a una persona porque es seguidora del Mesías, garantiza el
favor de Dios. “Quien escandaliza a uno de “los pequeños” que creen en El,
"más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino al
cuello". Estar a favor de Jesús es aprender a vivir reconociendo la bondad
de Dios en los demás. En todos hay una semilla de Dios, algo bueno, nos toca a
nosotros aprender a vivir como sembradores de paz y alegría a nuestro
alrededor, en la comunión de la Iglesia. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario